En esta entrada nos proponemos hacer unos simples pero sorprendentes cálculos que dan mucho que pensar. Desde que el hombre ha poblado la Tierra desde hace un millón de años, se calcula que aproximadamente cincuenta mil millones de ellos han vivido en ella.
Esta espectacular cifra de cincuenta mil millones de personas equivale siete veces el número de habitantes que pueblan el planeta en estos momentos. Esta inquietante comparación confirma que la población mundial ha conseguido expandieres por el planeta y ocupar distintas zonas geográficas que en tiempos remotos solo estaban habitadas animales, e incluso se ha instalado en zonas con climas extremos en los que resulta más difícil sobrevivir.
Este aumento de población casi exponencial ha repercutido en la cantidad y calidad de recursos disponibles en el mundo y, entre ellos, evidentemente, el agua.
El agua es, después del oxígeno, el segundo elemento esencial para el hombre, ya que, después de la respiración, cubre cal segunda básica de los humanos como seres biológicamente dependientes del entorno inmediato para sobrevivir. Sin oxígeno, no hay vida, pero sin agua, a corto plazo, tampoco.
El agua que se tiene a su disposición en los centro de trabajo, por ejemplo, a partir de fuente de agua para oficinas, nunca fue tan accesible por la inmesa mayoría de las personas que habitaron la Tierra en el pasado y que tuvieron que luchar mucho para encontrarla y aprender a almacenarla.
Además agua ofrecida por estas fuentes en los centro de trabajo, es un agua de gran calidad y pureza, que puede beberse sin riesgos y que ayuda a mantener la salud. Un agua que, en definitiva, muchos de nuestros antepasados ni siquiera habrían podido imaginar.
