Agua, ese líquido imperturbable


El agua podría considerarse un líquido muy estable y casi inalterable, sobre todo en cuando a su densidad, ya que a pesar de las fluctuaciones de temperatura, o incluso cuando hierve a 100 ºC o se congela a temperaturas bajo cero, su densidad es casi la misma en todo momento.

La densidad de una materia corresponde la cantidad de masa contenida en el volumen de una sustancia, y la masa se define como la cantidad de materia que tiene este mismo cuerpo.

Partiendo de este concepto, a 4 ªC, la densidad del agua es de un kilo por litro y, sin embargo, a 100 ªC, la densidad normal a nivel del mar apenas ha varía, ya que es de 0,958 kilos por litro.

Por otro lado, cuando el agua llega a los 0 ºC, la densidad se mantiene en 0,999 kilos por litro, y por debajo de esta temperatura, la densidad se altera, aunque no de forma significativa, al menos comparado con las fluctuaciones sufridas por otros fluidos.

Cuando el agua pasa de un estado líquido o uno sólido, por congelación, la densidad pasa de los citados 0,999 kilos por litro a unos 0,917 en la misma escala, un cambio que en realidad no influye en sus propiedades ni en su comportamiento.

Esta propiedad física es la que confiere la gran estabilidad del agua, que resulta esencial para que el organismo pueda mantener unas condiciones de salud y de bienestar mínimas, y que resulta toda una garantía para la supervivencia del ser humano.

Beber agua mineral, como la que ofrece una fuente de agua en un centro de trabajo, es por lo tanto ingerir un líquido que de forma metafórica podría considerarse como una sustancia humanamente imperturbable.

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