Agua para filtrar, naturalmente


La proporción de agua presente en el organismo está controlada por un sistema muy preciso que regula con gran exactitud la ingesta de agua necesaria para saciar la sed y mantener las funciones vitales en equilibrio, a la vez que también se encarga con eficiencia del control de su eliminación.

La eliminación normal de agua en un individuo adulto es de aproximadamente 2,5 o 3 litros de agua, siempre que beba agua con regularidad y en la cantidad adecuada. En condiciones normales, el agua corporal nunca varía del 1% o del 2%.

Del volumen de agua necesario para mantener el organismo en vida y sano, 1.200 mililitros proceden de las comidas ingeridas no son líquidas y de un metabolismo de base del organismo, el denominado metabolismo oxidativo. El resto, por lo tanto, debe ser ingerido en forma de líquidos (sopas y caldos, té, zumos, sodas, café, etc.) o directamente como agua.

La capacidad de un riñón sano para concentrar la orina desempeña una función importante en la proporción de agua del cuerpo. Un adulto sano es capaz de eliminar 1,5 litros de orina por día, es decir, el doble de la concentración plasmática.

Cuando este nivel de excreción es inferior, es importante beber agua en mayor cantidad para conseguir restablecer el equilibrio hídrico y mantener las mismas condiciones de eliminación.

En caso de producirse una proporción reducida de volumen de líquido urinario, debido a una ingesta deficiente de líquidos, se pueden alcanzar los 600 mililitros de agua por día, aunque solo se consigue a expensas de tener una concentración demasiado elevada de orina, que puede llegar a ser cuatro veces superior a la concentración de plasma normal.

Este exceso de orina supone, a largo plazo, un riesgo para la salud, entre otras razones, debido a que los riñones se ven forzados a filtrar más allá de sus límites tolerables, de forma que el

equilibrio hídrico del organismo se fundamenta en unas proporciones de ingesta de agua inferiores a las deseadas y en una sobrecarga de las capacidades naturales de eliminación de líquido por parte del riñón, que no se pueden tolerar durante mucho tiempo.

La deshidratación obliga al organismo a forzar sus capacidades fisiológicas para mantener el equilibrio hídrico necesario para el correcto funcionamiento de todos los órganos. Esta sobrecarga genera un nivel de toxicidad en el organismo que, sin embargo, es fácil de evitar simplemente, con un gesto tan sencillo como beber agua, tanto en casa como en la oficina.

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