Agua para la vitalidad no vitalizada


El concepto del agua vitalizada consiste en someter al agua a diferentes procesos, químicos, magnéticos o de otro tipo, con el fin de mejorar su calidad y poder ofrecerse para un consumo humano de una forma más saludable y beneficiosa.

En la actualidad, el agua vitalizada puede presentarse en infinidad de soportes y es el centro de muchas campañas publicitarias. Sin embargo, más que un tipo de agua de consumo se trata de un agua con propiedades terapéuticas o medicinales que, en cualquier caso, está totalmente desacreditada por la comunidad científica.

Los adeptos de esta agua vitalizada equiparan el fluido a algo parecido a una medicina, dado que según ellos puede solucionar determinados problemas de salud, normalmente aquellos que más inquietan a las comunidades humanas.

Sin embargo, el agua vitalizada es una quimera acientífica que concibe potenciar unas mejoras terapéuticas en un fluido que, en realidad, ya las tiene de manera natural. Con este tipo de agua se ha experimentado mucho, y se ha conseguido desde crear artificialmente aguas de manantial, como hizo Viktor Schauberger en 1935, hasta desarrollar toda una literatura de divulgación alrededor de propiedades añadidas al agua de forma artificial, a menudo con métodos bastante discutibles, como hicieron unos supuestos especialistas en la materia, Mu Shik Jhon, Masaru Emoto u otros investigadores como los alemanes Theodor Schwenk y Johann Grander.

En realidad solo el agua mineral ya es una medicina en sí misma, si se entiende una medicina como un tratamiento para mantener y mejorar la salud de las personas. En cualquier caso, no se trata de un fluido milagroso, sino de una sustancia totalmente natural que permite y estimula las funciones vitales del organismo, solamente gracias a las leyes de la física y de la química por las que se rige.

Por lo tanto, estás claro que no es necesario resestructurarla, electrificarla, magnetizarla, reproducirla o reinventarla en su esencia, basta con beber un agua mineral de calidad pero natural, como la que ofrecen las fuentes de agua instaladas en las oficinas, por ejemplo.

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