Aguas naturalmente contaminadas


El agua pura, en un sentido estricto de la denominación, no existe como tal, ya que en la naturaleza no existe ninguna agua que esté formada exclusivamente por moléculas de oxígeno e hidrógeno. El agua siempre contiene algunos minerales que forman parte de su composición.

En realidad, es esta composición la que la vuelve todavía más atractiva para la salud y el bienestar del hombre, porque además de hidratar, aporta la mineralización necesaria para las funciones más habituales y también más básicas del organismo.

Sin embargo, esta mineralización puede contaminar el agua según el tipo de minerales que contenga y la proporción en la que se presenten. Las aguas que fluyen por el subsuelo entran en contacto, por vecindad, con las rocas y la tierra que las rodea, con su erosión natural, y de esta forma recibe el aporte de minerales que caracteriza y diferencia cada tipo de agua.

Con frecuencia, las proporciones de esta mineralización que depende de los contenidos minerales disueltos en el agua, no resultan nocivas para la salud, pero en otros casos, las dosis son demasiado elevadas y dejan de ser recomendables para el organismo.

Se trata, en cierta medida, de aguas contaminadas, ya que por un lado obedecen a un desarrollo físico y químico natural, pero por el otro, las sustancias contenidas en solución por dicha agua en una determinada proporción funcionan como agentes contaminantes en el organismo.

Las fuentes de agua de los centros de trabajo están sometidas a una estricta regulación de forma que siempre ofrecen un agua de calidad libre de agentes contaminantes. Se trata de unas aguas muy controladas que aportan lo mejor de su solución natural, con un equilibrio mineral muy estudiado.

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