Catador de agua con los sentidos a por delante


Muchas personas desconocen la existencia del oficio del catador de aguas. En un primer momento, podría parecer una tarea difícil, aunque en realidad es mucho más fácil de lo que parece. El oficio del catador de vinos, mucho más conocido, es todo un arte y, sin embargo, el de catador de aguas también lo es, aunque a menudo esté tan reconocido. En cualquier caso, resulta fácil adquirir unos conocimientos básicos que permitan distinguir la calidad de aguas de uso común, como pueden ser las se ofrecen, por ejemplo, en los centros de trabajo, es decir el agua procedente de fuentes de agua. Para catar un agua y aprender a apreciar todas sus características, en primer lugar hay que tener en cuenta los siguientes puntos clave: -Temperatura ambiente. La temperatura ambiente en el momento de la cata, la del agua de la fuentes o de las de cualquier origen, debería estar entre los 20 y los 22 ºC. -Humedad. La humedad ambiental debería estar entre el 60% y el 80%. -Recipientes. Los recipientes para realizar la labor de cata deberían ser tubulares o cónicos, de manera que el olor del agua, en caso de tenerlo, pudiera llegar sin intermediarios a la nariz. -Tiempos. El tiempo en el que el agua podría dejar un rastro en la boca para proporcionar una sensación de sabor sería de tres segundos, por lo que la cata de agua debe realizarse con rapidez y no debería prolongarse nunca más allá de los cinco o seis segundos. Estos son, por lo tanto, los medios y las circunstancias que hay que tener en consideración a la hora de realizar una cata de agua. A continuación, empieza la tarea de interpretar esos sabores y distinguirlos con propiedad, un proceso que, en el fondo, consiste en una actividad física, que puede abrirse camino entre los sentidos hasta convertirse en un acto más automático, ya que una vez aprendido el proceso, el consumidor capta sensorialmente las propiedades del agua de una forma más inconsciente.