Idilios efímeros de aguas mal casadas


La molécula del agua está formada por un trío de elementos muy bien compenetrado, muy sólido y siempre con un futuro de permanencia. Los átomos de hidrógeno y oxígeno, y la asociación que se produce entre ellos confieren al agua algunas de sus propiedades más populares. La molécula de agua es fuerte porque las uniones entre los dos átomos de hidrógeno resulta tan sólida que impide que el de oxígeno abandone su posición a su lado, de forma que los tres átomos forman una estructura inseparable. Sin embargo, el agua con gas, por ejemplo, es decir, un agua a la que se le añade dióxido de carbono, CO2, tiene una estructura mucho más lábil, ya que dicho carbono desestabiliza los enlaces de la molécula de H2O. De esta forma, el CO2 del agua carbonatada hace que la persistencia de los enlaces sea más efímera. Así, el CO2 se descompone con facilidad en el agua al poco tiempo despresurizarse. El agua con gas se mantiene a presión, es decir, que se presuriza para poder disfrutar de una experiencia efímera al abrir la botella, de forma que basta con destapar la botella o abrir la lata de una bebida carbonatada para que esta presión disminuya de golpe y el CO2 empiece a formar sus características burbujas. En cambio, el agua que sale de una fuente de agua como las que se instalan en las oficinas, por ejemplo, siempre será un agua estable, que no se degrada, y cuyos componentes moleculares no se diluyen.

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