La noria natural del agua


El agua es uno de los componentes más abundantes de la naturaleza. Por sí sola constituye el 75% de la superficie de la Tierra, y por esto se la conoce como planeta azul.

Por otro lado, paradójicamente, el agua es una sustancia rara, porque puede presentarse en la naturaleza en los tres estados conocidos de la matero: en estado líquido en mares, lagos, ríos, bajo el suelo y en depósitos humanos, pero también en estado sólido, en forma de hielo, en glaciares, casquetes y banquisas, y en estado gaseoso, en el aire que respiramos y en las nubes.

En cualquier caso, el agua en todas las formas descritas no permanece inmóvil en la naturaleza, sino que se encuentra en constante proceso de transformación. El agua fluye y lo hace no solo en ríos, mares y lagos, sobre la Tierra, sino también por la atmósfera y por debajo de la tierra, en un proceso importante para la vida conocido como ciclo del agua. De este ciclo del agua depende la supervivencia y la salud de todos los seres vivos, y también, sin duda, de los humanos.

Este ciclo del agua incluye todos los estados y lugares por los que el agua discurre, desde la superficie de la Tierra hasta la atmósfera y viceversa, de forma que el agua asciende por evaporación, se condensa en nubes en el cielo, en forma de vapor de agua. Al final, el agua acaba precipitándose cuando se producen determinadas condiciones físicas y atmosféricas. Esta agua cae en su estado líquido, en forma de lluvia, pero también puede hacerlo en estado sólido, en forma granizo o de nieve.

Una vez sobre la superficie de la Tierra, el agua se almacena de muchas maneras distintas, en océanos, en mares, formando parte de ríos y lagos o bien congelada en forma como hielo o de nieve, en glaciares o como parte de icebergs.

Cuando el agua del suelo vuelve a evaporarse, el ciclo vuelve a empezar en su fase inicial, de forma que cuando el agua regresa a la atmósfera es como si dicho elemento se reciclara y purificara de nuevo.

Sin embargo, una parte de las aguas caídas con la lluvia van a parar a depósitos subterráneos naturales por filtración, y queda almacenada entre rocas y niveles estancos bajo la superficie terrestre. Estos depósitos alumbrados son los que se conocen como manantiales y son, justamente, el origen de alguna las aguas que se pueden beber en las fuente de agua instaladas, por ejemplo, en una oficina.

De esta forma, al beber agua en el trabajo, además de saciar la sed e hidratarse, también entra a formar parte activa del ciclo del agua.

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