Osmosis inversa, una física y una química para el agua limpia


La osmosis inversa es un fenómeno físico y químico relacionado con la capacidad de ciertos cuerpos sólidos disueltos en soluciones liquidas para atravesar membranas semipermeables.

Esta capacidad osmótica solo afecta a los contenidos sólidos disueltos y no al medio acuoso. De esta forma, dado que agua contiene algunas partículas disueltas, al pasar a través de una membrana y bajo determinadas condiciones de presión, los cuerpos disueltos en el líquido quedan retenidos al otro lado de la pantalla que forma la membrana.

Partiendo de esta base, una gran aplicación artificial de la osmosis inversa es la depuración, el filtrado de las aguas, por ejemplo, del agua para el consumo humano que ofrecen las fuentes de agua conectadas a las redes de abasto públicas.

En estos casos, los sistemas técnicos de osmosis inversa favorecen el paso del agua purificada libre de sus contenidos no deseados, es decir, las moléculas que pueden participar del mal sabor del agua, de los olores inadecuados, así como de las sustancias nocivas suspendidas y contenidas en el fluido del agua.

En este sentido, la osmosis inversa constituye un gran aliado para el mantenimiento de las condiciones de higiene y salubridad del agua que se sirve a las colectividades, es decir de las aguas de suministros masivos, que han de proveerse libres de agentes patógenos como lo son microbios, bacterias, e incluso microorganismos vegetales o animales que pueden desarrollarse en el agua.