Un recurso escaso llamado agua


El agua es un bien que, a primera instancia, y sobre todo en los países de Occidente, podría parecer un bien común de gran abundancia, cuando en realidad, se trata de un bien muy escaso que debería apreciarse mucho más.

Se trata de una abundancia relativa, según el punto de vista, ya que tres cuartas partes de la Tierra son agua, y, sin embargo, no todos los humanos tienen un acceso fácil y directo a ella.

La cantidad de agua del planeta Tierra es de alrededor de 1.460 millones de kilómetros cúbicos (un kilómetro cúbico equivale a mil millones de metros cúbicos). Partiendo de este dato, si toda el agua que existe sobre la Tierra pudiera derivarse previamente depurada para abastecer una ciudad de un tamaño considerable, como podría ser Madrid, la población tendría un caudal asegurado para cinco millones de años.

Sin embargo, solo el 6% del agua de la Tierra es dulce, de forma que el restante 94% corresponde a agua salada procedente de los océanos y de algunos lagos. I además, de este 6% de agua dulce, en realidad, solo menos del 1% es apta para el consumo humano.

La contaminación natural o artificial afecta a muchas aguas que no pueden beberse sin poner en riesgo la salud.

Por otro lado, un 4% del agua dulce tiene el inconveniente de encontrarse bajo la superficie de la tierra, hasta una profundidad de 5 kilómetros, lo que se considera el límite apto para extraerla por medios mecánicos.

Y hay otro porcentaje del agua dulce que no es accesible para el hombre, dado que forma parte de las masas heladas de los casquetes polares y de los glaciares.

En definitiva, de los millones de litros de agua que tiene la Tierra, solo unos pocos son potables. Por este motivo es importante saber apreciar la calidad del agua que le ofrecen las fuentes de agua instaladas en la oficina o en casa y ser consciente, cada vez que se coja un vaso para beber, de que se tiene un bien escaso entre las manos, aunque quizá usted lo tenga siempre a disposición.

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