Y el agua se hizo hielo


agua heladaEl agua es un fluido con unas singularidades que en algunos casos resultan sorprendentes. Algunas de sus características le confieren unas propiedades físicas que en un primer momento pueden resultar imposibles

La lógica más común puede hacer pensar que la manera más rápida de congelar el agua, por ejemplo, es hacerlo a partir de un agua ya fría, o a falta de esta, también a partir de agua a temperatura ambiente, dado que el número de grados requeridos para alcanzar los cero celcius será el mínimo posible.

Sin embargo, paradójicamente, para llegar a los cero grados con mayor rapidez, lo mejor es utilizar un agua ya caliente.

Un ejemplo muy evidente de este curioso fenómeno consiste en lanzar agua hirviendo contra un ambiente que esté a como mínimo cero grados dentro de una habitación. De esta forma, al aplicar un agua por encima de los cien grados contra un entorno así, antes de que el agua caiga al suelo ya se abrá convertido en hielo.

Otra curiosidad del agua puede observarse en el hielo que a veces se utiliza para enfriar el agua, es decir, en los cubitos: la parte de arriba tiene una especie de estalagmitas, unas protuberancias de hielo. Esta estructura corresponde, en realidad, a un volcán de hielo en miniatura y se debe al siguiente fenómeno: cuando el agua se congela dentro del molde, para formar un cubito, y se va solidificando de forma progresiva, lo último en hacerlo es el núcleo central, de forma que la presión del hielo exterior presiona este núcleo y obliga al agua todavía líquida a salir hacia el exterior por alguno de los lados del cubo, y no tiene más remedio que hacerlo hacia su parte superior, que es la que queda libre en el molde.

Cuando el agua se congela en su totalidad dentro del cubo, por lo tanto, se acaba formando un pequeño volcán donde se solidificó la última porción del cubito en fase de congelación.

Imagen cortesía de Salvatore Vuono