El hombre utiliza el agua de muchas maneras diferentes, beber agua quizá el uso más importante, porque ayuda a mantener la salud y el bienestar de las personas, pero no el único Para obtener un agua de calidad, esta debe seguir unos parámetros determinados que garanticen su inocuidad y para que se pueda tomar sin riesgo alguno. De esta forma, hay parámetros establecidos con calidades diferentes para cada uno de los usos del agua, según el destino que y el uso que se le de al fluido. Se trata de una normativa con una aplicación más oficial e industrial, que afecta al ciudadano medio de manera indirecta y que, por esas mismas razones, supone una parametrización bastante desconocida. Así, hay calidades establecidas para el agua recreacional, es decir, la que se utiliza, por ejemplo, en fuentes de agua públicas y en los jardines. Estas aguas se toleran cantidades de nitrógeno y fósforo bastante elevadas, aunque no pueden contener aceites y sustancias tóxicas que resulten irritantes para la piel o para los ojos. Otro tipo de agua para un uso no humano directo es el agua pecuaria, es decir, el agua que se utiliza para la cría de animales, cuyos valores son más parecidos a los del agua de consumo humano que a los de la citada agua recreaciones. Por este motivo, dichas aguas utilizadas para garantizar la preservación de la fauna y de la flora deben contener elementos metales y no metales disueltos en cantidades que estarían entre las del agua pecuaria y las aptas para consumo humano. Por último, hay dos aguas para usos directos o no directos en el consumo humano, las denominadas aguas de uso estético y las conocidas como aguas de empleo agrícola. Las de uso estético corresponderían a fluidos que no se beben, ni circulan como las aguas de las fuentes de agua, y serían unas aguas utilizadas con fines estéticos, es decir, aguas para ser vistas en poceras en depósitos que embellecen los edificios con reflejos, por ejemplo, y que solo tienen una función decorativa. Por otro lado, las aguas de uso agrícola son equiparables casi en su totalidad con las aguas de consumo humano. Sus parámetros químicos casi son los mismos, dado que con estas aguas se riegan los alimentos que después van a ser consumidos por los humanos, es decir, que son aguas que entran en contacto con frutas y verduras, por ejemplo, y que, por consiguiente, deben atender a las necesidades de tolerancia de dichas especies vegetales, pero también a la salud y el bienestar de las personas que después consumirán estos productos.