El reciclaje es una de las medidas más efectivas contra el desperdicio de recursos y para conservar el medio ambiente. Por ello, potenciar medidas para favorecer la clasificación de residuos desde el ámbito doméstico es muy recomendable, aunque no es la única. También es importante aprovechar recursos como los folios reciclados, que reducen el impacto ambiental.
En este artículo veremos cómo se hacen los folios reciclados, y los innumerables beneficios que tiene utilizar estos en lugar del papel convencional.
La materia prima con la que se fabrica el papel es la fibra de celulosa que contiene la madera de los árboles. La primera vez que se usa esta fibra se denomina fibra virgen, y cuando se recupera y reutiliza se conoce como fibra reciclada. En cualquier caso, se trata del mismo material, en distintos momentos de su vida.
El papel se fabrica mediante varios procesos químicos para obtener la pasta y blanquearla. También se aplica una mezcla que permite una mejor impresión.
Una vez que ha sido utilizado, el papel y cartón se recoge para reciclar mediante los contenedores azules de recogida selectiva, en puntos limpios y puerta a puerta en empresas que utilizan cantidades importantes. También se hace una recogida en grandes superficies como supermercados y empresas de distribución, imprentas y otras industrias.
Todo el material se lleva a los almacenes de empresas de recuperación, donde se clasifica, acondiciona y enfarda para continuar con el proceso.
Las fábricas de papel compran ese material y lo reciclan, usándolo como materia prima para hacer todo tipo de papel y cartón, como los folios reciclados.
Los fardos de papel y cartón entran en la fábrica por las cintas de transporte. Se mezcla con agua en el pulper y se mezcla todo bien. Las fibras se separan de todo lo que no es papel, como grapas, plástico, etc. Cuando se tiene fibra limpia, pasa a la máquina de fabricación para convertirse de nuevo en papel utilizable.
Las principales materias primas con las que se fabrica el papel son celulosa y agua, de modo que todo lo que suponga ahorrar en ellas tendrá relación directa con mejorar el medio ambiente. Cuanto más material se recicle, menos árboles habrá que talar, y se consumirá menos cantidad de agua y energía.
Además, la distribución de papel no recuperado puede llegar a generar hasta un 8 % del total de emisiones de un edificio de oficinas, calculando el total de emisiones directas e indirectas.
En cambio, por cada tonelada de papel reciclado, se evita la tala de más de 3 toneladas de árboles, y energía equivalente a media tonelada de petróleo. En cuanto a las emisiones de gases, una tonelada de folios reciclados suponen tonelada y media de CO2 menos en el planeta.
La cantidad folios reciclados y otros productos de papel que se utilizan desde hace una década es casi igual a la de papel virgen, de modo que puede tener el mismo uso. Algunos proveedores se han dado cuenta de ello, y apuestan por potenciar el consumo de productos más sostenibles como el papel reciclado.
Reciclar es una realidad y una necesidad, no solo en el consumo de papel, sino también en el de otro muchos materiales. Algo que no se puede hacer solo en el entorno doméstico, sino que las empresas también le dan cada vez mayor importancia.
