Hidratación con conciencia de salud


Beber agua con regularidad reduce los procesos orgánicos nocivos asociados a la deshidratación, que, si no se atajan a tiempo, pueden convertirse problemas graves de salud .

Hay dos síntomas que se perciben enseguida en las personas que sufren deshidratación: las micciones demasiado amarillas u oscuras, y el mal olor en la piel, incluso después de asearse. En ambos casos, se trata de una acumulación excesiva de toxinas que deberían haberse evacuado del cuerpo con la ayuda del agua.

Beber agua en cantidades normales, a razón de 8 vasos al día, es el mejor remedio para mantenerse hidratado.

Otra condición indicativa una deshidratación latente es la piel seca. Aunque en un primer momento no lo parezca, piel es un órgano más del cuerpo, y además el más extenso de todos. Tal vez por su tamaño es el órgano que más evidencia la falta de hidratación y que permite detectarla a simple vista.

Hay algunas condiciones de la deshidratación que no pueden detectarse a ver a simple vista, como son las emociones y la percepción psicológica. Entre los síntomas físicos se encuentran la fatiga, las náuseas y los vómitos, y entre las de condiciones psíquicas, la ansiedad, el mal humor sin causa aparente, los trastornos del sueño, los dolores de cabeza e incluso un estado de depresión.

El cerebro necesita agua para funcionar de forma adecuada y cuando no la recibe, se resiente en gran medida y se producen fallos que manifiestan de forma evidente en el estado de ánimo y en la respuesta emocional.

La mejor forma de hidratarse es sin duda y con diferencia, el agua. Sin embargo, muchas personas optan por consumir demasiadas bebidas azucaradas, que en realidad no son convenientes, porque no sacian la sed y porque dichos azúcares pueden aumentar la acumulación de grasas en el organismo y, a la larga, acabar provocando problemas obesidad.

Una fuente de agua en la oficina, aprovechada como método para rehidratarse con conciencia, puede convertirse, por lo tanto, en un mecanismo de ayuda para dejar de consumir bebidas azucaradas o sodas, y constituir una fuente de salud y de bienestar, a corto y a largo plazo.

 

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