La madre de todas las máquinas dispensadoras de agua


Las maquinas dispensadoras de agua no son un invento moderno, aunque si lo es su aplicación como fuentes de agua en el entorno profesional de empresas o al servicio de colectivos. La necesidad de obtener agua de una manera regulada ha hecho que su uso cada vez esté más extendido.

La historia de estas máquinas, sin embargo, se remonta casi hasta la Antigüedad y es realmente curiosa. En el Antiguo Egipto ya había un tipo de maquinas dispensadoras de agua que proporcionaban agua bendita a los fieles de los templos. Así, cada fiel podía hacerse con una misma cantidad de agua, y nadie se quedaba sin ese bien tan preciado.

Según los historiadores, esta primera fuente de agua bendita regulada existió en el siglo III antes de Cristo, concretamente en el año 215 a.C. Los documentos afirman que el inventor de la máquina fue un inteligente ingeniero de la época del que solo se conoce su nombre de pila, Herón.

Lo más sorprendente de todo es que aquella fuente de agua estaba monetizada, es decir, que había que pagar una cantidad determinada de dinero en monedas para que el agua saliese. En cualquier caso, aquella agua no era para beber, sino para asearse antes de entrar al templo, y funcionaba con un mecanismo muy sencillo, ya que el peso de la moneda era el encargado de hacer salir el flujo de agua.

De esta forma, el peso del metal accionaba una válvula que abría el paso del agua que estaba contenido en un depósito. Así, al final del día, se recogían las monedas y se recargaba la cuba con agua nueva y limpia para hacer las abluciones.

En base a este mecanismo, los fieles debían ser lo suficientemente respetuosos como para darse cuenta de que, además de monedas, hubiesen podido introducir otros objetos como piedras pequeñas, por ejemplo, que cumplieran con la función mecánica de abrir la llave de paso.

Beber agua