El panorama laboral evoluciona constantemente; y lo mismo puede decirse del tecnológico. La revolución digital no solo está cambiando la forma de entender el trabajo, sino también la forma de trabajar. El mundo interconectado en el que vivimos nos permite poner al servicio de cada trabajador las herramientas precisas para que su tarea sea más eficaz y obtenga mejores resultados, allá donde se encuentre. En eso consiste el smart working. Te contamos por qué se considera la evolución del teletrabajo y qué ventajas supone para las empresas.
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Qué es el smart working
La traducción de smart working podría ser «trabajo inteligente». Se suele relacionar con el teletrabajo, aunque va un paso más allá porque el verdadero protagonista de esta modalidad de trabajo son las TIC. Y lo son porque son las responsables de que el trabajador pueda desempeñar sus tareas desde cualquier lugar en el que se encuentre —no necesariamente su casa—.
¿Sabías que para 2020 la mayor parte de la fuerza de trabajo la compondrán los nativos digitales? Estos trabajadores se encuentran en todas partes: el salón de su casa, en un café en el centro de la ciudad, un local de coworking o una paradisiaca playa del Caribe. El único requisito es tener acceso a internet. No es de extrañar que los millennials aprecien esta modalidad de empleo y valoren muy positivamente la posibilidad de trabajar desde cualquier lugar a la hora de aceptar una oferta de trabajo.
El smart working es una metodología de trabajo que se basa en la confianza en el trabajador y en que este conozca a la perfección sus objetivos. La idea no es trabajar un número determinado de horas, o lo que se conoce popularmente como «calentar la silla», sino que persigue la consecución de objetivos. Más allá de lo idílico que puede resultar, es un reto para empresas y trabajadores. Sin embargo, las ventajas pueden ser cuantiosas para ambas partes.
Las ventajas del smart working
Implantar esta modalidad de trabajo en una empresa pasa por atender estos 4 aspectos que son en realidad las claves:
- Movilidad: El trabajador puede decidir desde dónde trabaja, ya sea la oficina, su casa, o el bar de la esquina. Además de beneficiar al empleado, el empresario se ahorra los costes derivados del alquiler de las oficinas; por no hablar de las dietas. La movilidad también permite crear equipos multiculturales y multidisciplinares, ya que la búsqueda de talento se amplía considerablemente.
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Trabajo a distancia: Es posible gracias a los diferentes dispositivos digitales que permiten optimizar el tiempo y los recursos.
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Tecnología: Es una de las principales herramientas, especialmente la que tiene que ver con los sistemas de comunicación. Internet permite acceder a toda clase de documentación e información desde cualquier parte del mundo.
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Libertad y flexibilidad de horarios: Es el empleado quien organiza su tiempo y su trabajo. Decide cuándo y cuánto trabaja. Esta característica permite al trabajador experimentar directamente la conciliación de la vida laboral, personal y familiar.
Desventajas del smart working
No todo son ventajas, el modelo de trabajo basado en las TIC no es perfecto. El principal inconveniente es la falta de legislación laboral al respecto, al menos en España. Actualmente, las empresas que quieran implantar el modelo deben basarse en convenios colectivos y acuerdos internos con los trabajadores. Esto deja desprotegidas a ambas partes ante posibles incidencias.
Por otro lado, el empleado que se decanta por el smart working puede estar predispuesto a más distracciones, motivadas por la deslocalización de su espacio de trabajo. Este es uno de los motivos por el que los empresarios desconfían de este sistema. La mayoría de directivos admiten que les preocupa que trabajar en cualquier otro lugar que no sea la oficina puede afectar de forma negativa a la cohesión de la empresa.
Acogida del smart working en España
Hoy por hoy, el panorama en España arroja datos modestos. Según el INE —Instituto Nacional de Estadística— solo el 27% de las empresas permiten trabajar a distancia. El perfil de estas compañías se caracteriza por presentar jerarquías más modernas y liberales, que apuestan por comprobar cómo la satisfacción de sus empleados repercute positivamente en la calidad del trabajo. Vodafone y Microsoft son dos ejemplos.
Y tú, ¿la aplicarías este sistema en tu empresa si tu objetivo es mejorar la productividad?